La ambulancia llegó a la Unidad Intermedia Hospitalaria de su barrio, los paramédicos llevaban en la camilla a Samuel quien tenía una herida profunda en su cabeza, la muñeca de su mano derecha fracturada y moretones por el resto de su cuerpo. La espera para recibir atención fue larga, el seguro social manejado por el gobierno era una cuna de corrupción, por lo tanto, el sistema casi ni funcionaba; A las 6 horas de llegar lo atendió el doctor Restrepo, quien inmediatamente lo remitió a cirugía.
Samuel llego a su el 12 de marzo, después de pasar 4 días en la Unidad Intermedia, su cabeza no paraba de darle vueltas, sentía que le dolía hasta estallar, sin embargo, estaba seguro que era mas fuerte su dolor por no ver a Marcela.
-¡ahhh! cuánta mala suerte tengo, el día que por fin puedo conocerla y hablarle me atropella un carro.
Marcela se sentía confundida ¿Por qué pensaba en aquel chico de ojos verdes? Si, solo habían cruzado unas cuantas palabras, pero su mirada, su olor y carisma la habían cautivado, de eso estaba segura. Sin embargo ¿Por qué no había vuelto a aparecer? ¿Lo habría decepcionado? ¿No le gustaba? Y así pasaba Marcela sus días mientras caminaba al colegio y de regreso a casa, con la esperanza de verlo.
El joven Samuel sufría enormemente su recuperación, quería verla, poder volver a apreciar aquel cabello negro que tanto vislumbraba en Marcela, su espera se hacía eterna, por lo cual decidió recurrir a su amigo Valentín.
-Valentín necesito pedirte un favor, lleva esta carta a aquella chica por la cuál estoy perdiendo la cabeza, Marcela, quiero que sepa cuanto la pienso.
Valentín que había acudido al llamado de su amigo, soltó una fuerte carcajada y le dijo:
-Parce ¿Cómo vas a perder la cabeza por una mujer que apenas conoces? Casi la pierdes fue por el accidente donde te atropello el carro y siguió riendo.
– Estas loco Navarro, pero claro que te haré el favor que me has pedido.
Samuel Navarro también reía de las ocurrencias de su amigo, ya conocía su forma de ser. Pero decidió defender sus sentimientos diciendo:
-Claro que estoy loco, por ver a Marcela, por poder abrazarla por primera vez. Valentín, ella no es una mujer pasajera, es de esas personas que solo con verlas te cautivan hipnotizan y quieres tenerlas para toda tu vida, y es por eso, por lo que quiero luchar.
Valentín volvió a reír ahora más fuerte y menciono:
-Ahora resultaste poeta, mejor entrégame la carta que tengo que irme y deja de hablar tanta pendejada, apenas vamos a cumplir 15 años, para el amor ya habrá tiempo.
Valentín tomo su bicicleta, salió camino a entregar la carta por fortuna no era muy lejos de su casa, en 10 minutos estaría donde aquella mujer que había hechizado a su amigo, pobre Navarro hablando de un amor de toda la vida, está loco. Al llegar a la casa que su amigo le había indicado, tocó el timbre y después de unos minutos salió una joven, al ver un chico que no conocía, preguntó:
-Buenas tardes Joven ¿Cómo puedo ayudarte?
– Hola Marcela, respondió Valentín, soy amigo de Samuel Navarro y me ha pedido el favor que te entregué este paquete.
Ella miraba un poco asustada e incrédula, sin embargo, recibió una bolsa plástica que le entrego aquel joven y se despidió. Mientras subía las escaleras, su corazón se aceleraba, sentía cada pulsación en su pecho. Cuando abrió la bolsa, encontró en su interior una pequeña chocolatina y un sobre que contenía una carta que decía:
“Marcela he contado cada minuto que no he podido volver a verte, aunque sigo en cama mis pensamientos van hacia ti, esperando saber si el destino nos escuchará o no. Recuerdo todo, compartiendo nuestra conversación afuera de la iglesia, aquel día que mi vida cambio gracias a tu sonrisa. Querida espero con anhelo el día que podamos caminar juntos en el parque en un hermoso día y ver tu mano tomando la mía, sabiendo que no debo preocuparme de nada porque nuestras vidas estarán unidas.
He tenido un accidente después de nuestro encuentro, me recupero en casa, espero verte pronto, ahí te dejó mi teléfono, espero puedas llamarme y alegrar mi corazón. Con amor Samuel”
Marcela cerraba lentamente la carta, mientras trataba de absorber aquella información, su cabeza era un torbellino.
Nota: Esta es la tercera publicación de nuestra historia que empezó con EL ENCUENTRO, siguió EL SALUDO, por lo tanto, les recomiendo leer las dos anteriores para una mayor comprensión.
- https://alponiente.com/el-encuentro/ Primera Parte
- https://alponiente.com/el-saludo/ Segunda Parte